Todo esto, como digo yo, es la teoría; pero ¿realmente somos capaces de controlar nuestros sentimientos y sensaciones cuando vemos realidades tan crudas y detestables de nuestra propia sociedad?
En clase de Fonaments de Psicologia están poniéndonos a prueba en este aspecto o al menos así lo siento. Hace unas cuantas semanas nos pasaron un documental llamado “Los niños de la estación Leningradsky” el cual refleja la dura realidad de unos niños que se habían escapado de sus casas, la gran mayoría por malos tratos, y que vivían en lugares infrahumanos sufriendo las peores necesidades que un ser humano puede perecer.
El objetivo, de aquel día en clase, era identificar cuáles eran las necesidades, según Maslow, que aquellos niños no eran capaces de satisfacer. Comencé a escribir algunas cosas pero deje de hacerlo en cuanto me di cuenta que aquellos niños carecían de todo, incluso hasta de la propia vida.
Estos habitantes de la estación eran criaturas abandonadas por unos padres alcohólicos que los maltrataban y que para no aguantar todo aquello decidían vivir en aquel lugar tan hosco y peligroso donde su subsistencia se basaba en aquello que podían recoger gracias a pequeños robos que cometían o bien por las “muestras de caridad” de aquellos visitantes diarios de la estación. Pero además de esto, ellos tenían que soportar el maltrato de los que se hacen llamar representantes de la ley (los propios policías) o de pederastas que se aprovechan de su vulnerabilidad e inocencia.
Una vez acabado este documental el sentimiento que te invade es de lástima, pena, pero sobretodo rabia por aquella gran injusticia que se comete sobre unos individuos inocentes y puros cuyas únicas preocupaciones deberían solo ser el ir a la escuela o estar con los amigos. ¿Cómo podemos llegar a ver esta realidad en nuestras calles y pasar de largo sin inmutarnos o peor aún, acostumbrarnos a este paisaje?
Otro de los documentales, de esta particular colección, que pasaron en clase se llamaba “Las habitaciones de la muerte”. Este documental fue, posiblemente unos de los más fuertes que haya podido ver hasta ahora, sobre todo por la crudeza y la realidad de las imágenes.

Creía que después de haber visto el anterior documental no podía haber nada peor pero me equivoqué. Este documental muestra la cruda realidad que vive la sociedad china por culpa de la ley del hijo único, más concretamente, los niños que viven en los orfanatos a los que son abandonados pero aún peor la situación de las niñas chinas a las que se las considera inferiores a los hombres y por lo tanto no son “rentables” a la hora de tenerlas en casa y mucho menos en los orfanatos los cuales no dan abasto y no tienen los recursos para mantenerlos. En este documental se podía ver la inhumanidad de las mujeres que estaban a cargo de los niños y que los trataban como si de cualquier objeto se tratase, las condiciones en las que aquellas inocentes criaturas debían de vivir atadas a sillas de bambú o entre sábanas mugrientas esperando su triste destino. Se puede destacar de este reportaje que como consecuencia positiva de su realización y emisión, la sociedad mundial quedó horrorizada a la vez que les invadió un sentimiento de solidaridad y decidieron adoptar a aquellos niños.
Un documental que, como ya he dicho antes, duro y difícil de mirar sin sentir unas ganas enormes de llorar por las condiciones en las que inocentes criaturas sufrían una realidad tan cruda e inhumana. Pero lo peor de todo, es que esta era provocada por los propios gobiernos e encubierto por ellos mismos para no tener que rendir cuentas de ello ante los defensores de los derechos humanos. Una realidad la verdad que muy dolorosa la que se plasma en este documental que muy pocos podrán olvidar.

El tercer y último documental que me dejo un gran impacto cuando lo vi fue “infancia rota” porque este reportaje trata sobre los abusos sexuales que padecen algunos niños los cuales, para mí, son seres intocables que jamás deberían ser corrompidos de tal manera.
En este documental podemos escuchar el testimonio de diferentes personas que han pasado por esta pesadilla pero que también lo han superado, o al menos lo están intentando, y que ahora intentan llevar una vida lo más normal posible que puedan sin dejar que aquellos detestables recuerdos les impida incluso formar una familia.
Seres tan pequeños que callaron por vergüenza o incluso por miedo a sus propias familias o seres que se atrevieron a contarlo pero que nos les creyeron y los dejaron como mentirosos y niños malos por tener “tanta imaginación”. A estas personas les robaron algo muy preciado, algo que hagan lo que hagan ya no la podrán recuperar jamás, su infancia. Al acabar este documental he de confesar que sali de clase llena de asco por aquellos "adultos" que ultrajaron de aquella detestable manera esa pureza e inocencia de unos niños que apenas estaban comenzando a experimentar en este nuevo mundo y que ya se enfrentaron a algo que muchos en la visa lo haremos ni lo desearemos para nadie.
Nosotros como futuros psicólogos nos enfrentaremos a situaciones como estas, puede que incluso muy a menudo, así que me hago una pregunta a mi misma: ¿estoy preparada para afrontar este tipo de situaciones? ¿Seré capaz de mostrarme neutral o no dejar que dichos sentimientos me afecten tanto o incluso más que a la propia víctima? ¿Seré capaz de pensar claramente con la cabeza y dejar a un lado “mi corazón” o mis sentimientos para poder ayudar a esa persona? Son cuestiones que me plantean si realmente estoy preparada para ser una psicóloga ya que hoy por hoy me siento incapaz de afrontar tales realidades, ¿es eso normal?
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